Me
he pensado mucho este segundo post sobre mi movilidad. Y quiero que conste que
me cuesta mucho publicar lo que voy a escribir a continuación. Pero ahí va.
Estoy
bastante defraudada por la experiencia. Todo ha sido raro. Me explico.
El curso, de dos
semanas, tenía bastante que ver con los objetivos que se marcaba, pero poco que
ver con los contenidos. Lo mejor han sido las exposiciones sobre el aprendizaje
basado en proyectos y todas las destrezas que conlleva. Pero la destreza
comunicativa ha sido difícil de llevar a la práctica, puesto que he sido la
única alumna durante la primera semana y durante la segunda sólo se unió otro
profe. Jaime, de Zaragoza. La destreza digital tampoco pudo ser puesta en
práctica por no disponer el centro más que de un aula con ordenador y pizarra
digital y estar ocupado por clases de inglés general.
El
alojamiento,
suministrado por el centro educativo, ha sido muy decepcionante. Sin aire
acondicionado, la cocina con muy poca limpieza, bastante inhóspito.
La ciudad, muy
dirigida al turismo, tiene cosas maravillosas como la Valeta antigua, como la
ciudad de Mdina, como los templos megalíticos. Pero creo que el resto está muy
dedicado al turismo de sol, playa y juerga. Esto no cuadra con mi edad ni con
el objetivo de mi viaje. Yo lo achaco a eso.
El balance, sin
embargo, creo que es positivo. Llegar a esta conclusión me ha llevado un poco
de tiempo y de centrarme en lo bueno.
Así
que pienso que si he sacado algo positivo de esta movilidad es que me ha
ayudado a darme cuenta de que hay que cambiar metodologías si queremos que
nuestro alumnado desarrolle destrezas y estrategias, que le serán esenciales en
su futuro. No es necesario que el cambio sea radical. Se puede ir poco a poco y
esto es lo que contaré en el informe a mis compañeros.
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